Thursday, January 14, 2016

De ñoquis, grasas, y una puerta que creíamos ya cerrada.


Todavía no me recupero de la seguidilla de calamidades que trajo el gobierno democráticamente electo en la Argentina. Estos días fueron un crescendo constante de momentos casi “deja-vu”: el congreso cerrado, decretos de “necesidad y urgencia”, multitudes en las plazas, cancelación de programas de televisión, desinformación y censura a periodistas, represión policial, exigencia de transitar documentado, desmantelamiento de servicios sociales y educativos estatales, despidos masivos en el sector público y privado, desmontaje de instituciones tecnológicas, desobediencia a la justicia por parte del poder ejecutivo, endeudamiento externo, devaluación, apertura de importaciones, eliminación de las retenciones al sector agropecuario, políticos representantes del pueblo y sindicalistas representantes del sector trabajador en llamativo silencio. Y siguen…

Sin embargo, algo sobresalió entre el fárrago de brutalidad política desplegada por este grupo de empre-mercenarios legalmente devenidos dueños de la nación: la superlativa violencia verbal utilizada desde el mismo gobierno hacia la propia gente que dicen, o deberían representar. La indignidad y miserabilidad humana de insultar a trabajadores cesanteados tildándolos públicamente de “ñoquis”, y a quienes piensan que el estado tiene responsabilidades inclaudicables con sus ciudadanos, llamarlos “grasas militantes”, es algo que realmente superó todas mis previsiones. Hacía mucho, mucho tiempo que no era testigo de una denigración pública similar, creo que desde la época de los militares.

Los que han estudiado la psicología del perpetrador de violencia sistemática contra otras personas, describen claramente un mecanismo simbólico de deshumanización de la víctima. En la guerra, el enemigo pasa a perder sus características de individuo, de persona semejante: se le dice públicamente que es una “infección”, un “cáncer”, una “rata”, “basura humana”, “el mal”, “el demonio”, “el enemigo apátrida”. Con la misma lógica, el trabajador despedido, bien despedido está porque era, en realidad un “ñoqui”, un haragán que –como en la tradición gastronómica- aparecía en su lugar de trabajo solamente los días 29, el día de pago, obviamente para cobrar su cheque.
Quienes tienen ideales de aquello que desean para su país, para su gente, para su presente y su futuro; aquellos que se animan a pensar en grande, en proyectos colectivos que trascienden su tiempo, que quieren llevar adelante sueños, ideas, anhelos y gloria; aquellos que dan sentido a su existencia a través de una visión que convoca utopías, reciben el insulto de “grasas militantes”.

Este giro en el discurso, estas etiquetas simbólicas persiguen la misma idea: desensibilizar a la población que ahora es testigo de injusticias abyectas. Quien es echado de su trabajo, era en realidad un “ñoqui” escondido; un haragán. Quien es perseguido ideológicamente es –qué duda podría caber- la “grasa militante”. Cesanteados y perseguidos, seguramente “algo habrán hecho” para estar sin trabajo, o como parias sociales. Vuelven así los ecos de la dictadura, hoy de la mano de un conjunto de hombres de negocios para los cuales un país no es mucho más que un mercado territorial, un recurso a explotar para hacer dinero.

En el insulto a trabajadores y militantes, hay deshumanización. Es así como se legitima la violencia contra los que parecerían “no caber” en este sistema. Y es también así como se le abre la puerta a nuevas catástrofes sociales.

Thursday, December 31, 2015

Stay Gold

Hermosa canción del grupo "First Aid Kit", el título es un buen deseo, el deseo de permanecer dorados, valiosos como el oro, a pesar del tiempo y las cosas difíciles que trae la vida.



The sun shone high those few summer days
Left us in a song, wide-eyed haze
It shone like gold
It shone like gold

But just as the moon it shines straight
So dawn goes down today
No gold can stay
No gold can stay

What if our hard work ends in despair?
What if the road won't take me there?
Oh, I wish, for once, we could stay gold

What if to love and be loved's not enough?
What if I fall and can't bear to get up?
Oh, I wish, for once, we could stay gold
We could stay gold

We're on our way through rugged land
Top of that mountain we wanted to stand
With hearts of gold
With hearts of gold

But there is only forward, no other way
Tomorrow was your hope at the end of the day
And gold turns gray
And gold turns gray

What if our hard work ends in despair?
What if the road won't take me there?
Oh, I wish, for once, we could stay gold

What if to love and be loved's not enough?
What if I fall and can't bear to get up?
Oh, I wish, for once, we could stay gold
We could stay gold

All of my dreams, they fall and form a bridge
Of memories where I can get back
All of my dreams, they fall and form a bridge
Of memories where I can't get back to you

What if our hard work ends in despair?
What if the road won't take me there?
Oh, I wish, for once, we could stay gold

What if to love and be loved's not enough?
What if I fall and can't bear to get up?
Oh, I wish, for once, we could stay gold

We could stay gold
Could stay gold

Songwriters
JOHANNA KAJSA S�DERBERG, JOHANNA KAJSA SOEDERBERG, KLARA MARIA S�DERBERG, KLARA MARIA SOEDERBERG

Published by
Lyrics © Warner/Chappell Music, Inc.

Saturday, December 19, 2015

Algo así como una náusea profunda...

Los de afuera son de palo, dicen, pero no somos de madera, digo. Aunque vivo en el Polo Norte, lo que está pasando en Argentina me está atravesando muy mal. Recuerdos traumáticos de los años previos a nuestra emigración, cuando un gobierno de signo similar al que asumió se enseñoreaba y ensañaba gozando a los que sufrían. Por falta de trabajo, por falta de comida, por falta de derechos básicos, simple cuestión de "adaptarse" porque, como ellos decían con total desfachatez, la fiesta se había terminado. Qué hijosdeunarremilputa.

Nos fuimos en medio de lo que se venía a finales del 2001. Una de las últimas imágenes traumáticas fue esa familia viviendo en la calle, casi sobre la avenida Santa Fe, Plaza Italia, donde las nenitas, chiquitas, descalzas, abrían bolsas negras de basura descartada por McDonalds, buscando la cena de esa noche.

Ver a estos hijos de puta abusadores del pueblo otra vez en el poder, urdiendo nuevamente la miseria de todos, para regocijo de ellos no puede producirme otra cosa. Violencia, tristeza, y una profunda, profundísima náusea.

Duele el país.